Sin saberlo, la moda forma parte de nosotros desde tiempos inmemoriales. Ya en la Edad de Piedra, las mujeres utilizaban diversos adornos para lucir lo mejor posible. Puede que sus tipos hayan cambiado, pero su significado básico sigue siendo el mismo. Nada ha cambiado al respecto ni siquiera hoy. La cuestión es si estas modas acabarán algún día.
A primera vista, podría decirse que sí. Al fin y al cabo, la sociedad actual no está tan dividida en clases como antaño. Desde esta perspectiva, no importa quién lleva qué. Desde luego, ya no es un indicador de estatus social como antes. ¿Estoy en lo cierto?
La realidad es más compleja. Ciertamente hoy ya no nos identificamos como pertenecientes a la «clase dominante», pero eso no significa que no utilicemos la moda de la misma manera. Hoy utilizamos la moda simplemente para demostrar nuestra capacidad de pago. Alardeamos de que podemos permitirnos ropa cara y, por tanto, somos claramente ricos (aunque no lo seamos). Sin embargo, esto plantea otra cuestión. ¿Por qué estamos tan obsesionados con mostrar a los demás cuánto dinero tenemos?
Es sencillo. La razón principal es alcanzar un cierto estatus social. Al fin y al cabo, esperamos que los ricos reciban un trato más cortés que los pobres, por ejemplo en las tiendas. Y como queremos el mejor trato, queremos parecer lo más ricos posible.
La segunda razón es el deseo de encontrar pareja. Aunque nos neguemos a admitirlo, todos sabemos que el dinero influye. Asumimos automáticamente que las parejas potenciales se interesarán por las personas ricas. La razón es, por supuesto, instintiva. Desde la prehistoria, las personas han buscado parejas que pudieran mantenerlas mejor.
¿Significa esto que la moda no acabará nunca? Tal vez sí. Ciertamente, por ejemplo, hay países autocráticos en los que el gobernante ordena que todo el mundo lleve la misma ropa. Pero lo más probable es que el propio gobernante se vista de forma diferente al resto para destacar.